Nació en Ambato el 2 de febrero de 1887. Fueron sus padres don Juan León Mera y doña Rosario Iturralde.
La ciudad de Ambato no sólo brilla como la cuna de hombres
intelectuales sino también como la de mujeres ilustres que han
inmortalizado su nombre.
Al fallecer Doña Rosario Iturralde, quedó sin el calor y afecto de su
madre, a la corta edad de siete años. Este acontecimiento no impidió
para que fuera una niña llena de virtudes y talentos inculcados por su
padre y hermanos.
Es interesante consignar que el tiempo de la vida de los hijos de Don
Juan León Mera, cuando residía en Atocha, se alternaba entre las
labores agrícolas y la lectura. Las veladas de la casa de Mera adquirían
verdaderos contornos literarios y artísticos. Se hacía música y sus
hijos fueron verdaderos virtuosos del piano y, por turno, cada uno tenía
que leer un cuento, un poema o una narración cualquiera de un
periódico. Luego se hacía la crítica, con la cual, ellos, iban
ejercitándose en el bello arte del bien decir.
Eugenia Mera pintó desde la más diminuta flor del campo, hasta los
dorados trigales y los páramos con sus atardeceres de coloridos
paisajes.
Su alma sensible no solamente se quedó en el pincel, sino también se
adentró en el campo misterioso de las letras. Cultivó la música, el
canto y la pintura.
Embriagada de paisajes y poesías, plasma la belleza del Tungurahua en
el lienzo de su alma y elevándose con espíritu grande, realizó
exposiciones de pintura tanto en su patria como en Europa. Admirables
son los cuadros que han logrado ser retenidos en Ambato.
Desarrolló también el amor hacia las letras, siendo sus crónicas seleccionadas por el diario El Comercio.
La muerte la sorprendió lejos de su Patria, en una operación quirúrgica.
Eugenia Mera pintó desde la más diminuta flor del campo, hasta los
dorados trigales y los páramos con sus atardeceres de coloridos
paisajes.
ARBOL FAMILIAR
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Mujer talentosa y delicada, el prodigio de sus manos se demostró al
tocar el piano magistralmente, pero realmente se la conoció como una
gran artista plástica, pintó al igual que su padre y hermano
paisajes hermosos de nuestra serranía, pintando desde la más pequeña
flor del campo hasta los dorados trigales de los páramos, su alma
sensible no solamente se quedó en el pincel sino que también se
adentró en el campo de las letras, fue una virtuosa del canto, de la
música y de la pintura.
Centro cultural
La vida y las grandes obras de tan ilustre ambateña promovieron que el Municipio de Ambato restaure su casa, ubicada en las calle Rocafuerte y Lalama a pocos metros de la plazoleta de la Medalla Milagrosa., que en actualidad es el Centro Cultural Eugenia Mera.
Varias investigaciones, realizadas por expertos, dieron a conocer que el nombre Eugenia Mera, dado a la casa, se debió a un reconocimiento honorífico que se le hizo a la ilustre dama por su labor en el ámbito artístico-cultural.
Es necesario recordar que la Casa de Eugenia Mera también funcionó como escuela fiscal del mismo nombre para niñas, que perteneció a los jesuitas.
Del mismo modo para hacer un reconocimiento especial a los 11 hijos, entre ellos Eugenia Mera, del ‘cantor de la patria’, don Juan León Mera,
El Centro Cultural cuenta con salas que los identifiquen y distingan.
La vida y las grandes obras de tan ilustre ambateña promovieron que el Municipio de Ambato restaure su casa, ubicada en las calle Rocafuerte y Lalama a pocos metros de la plazoleta de la Medalla Milagrosa., que en actualidad es el Centro Cultural Eugenia Mera.
Varias investigaciones, realizadas por expertos, dieron a conocer que el nombre Eugenia Mera, dado a la casa, se debió a un reconocimiento honorífico que se le hizo a la ilustre dama por su labor en el ámbito artístico-cultural.
Es necesario recordar que la Casa de Eugenia Mera también funcionó como escuela fiscal del mismo nombre para niñas, que perteneció a los jesuitas.
Del mismo modo para hacer un reconocimiento especial a los 11 hijos, entre ellos Eugenia Mera, del ‘cantor de la patria’, don Juan León Mera,
El Centro Cultural cuenta con salas que los identifiquen y distingan.
Su vida
Creció en la quinta Los Molinos, de Atocha, rodeada de hermosos paisajes, fértiles huertos, en la orilla del río Ambato. Pintó desde muy corta edad, aprendió el arte observando a su hermano Juan León y a Luis A. Martínez; no tuvo más lecciones que estás, sin embargo se convirtió en una gran paisajista. Hizo varias exposiciones, todas con gran éxito. En 1930 viajó a España y presentó tres obras para una importante exposición, todas fueron admitidas, dos paisajes de la costa ecuatoriana y uno del Chimborazo.
La crítica le colmó de frases halagadoras y el último de los cuadros nombrados fue reproducido en la enciclopedia Espasa Calpe, como una muestra del paisaje latinoamericano. Pintaba mucho con espátula y manejaba con mucha destreza el pincel, con los que lograba efectos sorprendentes de frescura de color. Su obra se encuentra en muchas colecciones privadas y públicas en el extranjero y en el país. Su obra ‘Árbol y Molino’ se encuentran en el Museo de la Casa de la Cultura, núcleo de Tungurahua.
Creció en la quinta Los Molinos, de Atocha, rodeada de hermosos paisajes, fértiles huertos, en la orilla del río Ambato. Pintó desde muy corta edad, aprendió el arte observando a su hermano Juan León y a Luis A. Martínez; no tuvo más lecciones que estás, sin embargo se convirtió en una gran paisajista. Hizo varias exposiciones, todas con gran éxito. En 1930 viajó a España y presentó tres obras para una importante exposición, todas fueron admitidas, dos paisajes de la costa ecuatoriana y uno del Chimborazo.
La crítica le colmó de frases halagadoras y el último de los cuadros nombrados fue reproducido en la enciclopedia Espasa Calpe, como una muestra del paisaje latinoamericano. Pintaba mucho con espátula y manejaba con mucha destreza el pincel, con los que lograba efectos sorprendentes de frescura de color. Su obra se encuentra en muchas colecciones privadas y públicas en el extranjero y en el país. Su obra ‘Árbol y Molino’ se encuentran en el Museo de la Casa de la Cultura, núcleo de Tungurahua.
FUENTES: